Yo soy la vid verdadera. Juan 15:1
Todas las cosas
terrenas son sombras de las realidades celestiales; la expresión, en formas creadas y
visibles, de la invisible gloria de Dios. La Vida y la Verdad están en el Cielo; en la Tierra tenemos figuras y
sombras de las verdades celestiales. Cuando Jesús dice: «Yo soy la Vid verdadera», nos dice que
todas las vidas de la Tierra
son figuras y emblemas de El mismo. El es la divina realidad, de la cual las
vides son una expresión creada. Todas ellas indican a Jesús, predican a Jesús,
revelan a Jesús. Si quieres conocer- nuestra relación con Jesús, estudia lo
que ocurre en la vid.
¡Cuántos somos los que hemos admirado una gran parra o una cepa llena
de hermoso fruto! Ven y
contemplemos la vid celestial hasta que tus ojos se aparten de todo lo demás para admirarle a EL ¡Cuántos en un
clima soleado se han sentado y descansado bajo la sombra de una parra! Ven y estate
quieto bajo la sombra de la verdadera Vid, y descansa bajo sus ramas del calor
del día. ¡Cuántos se han gozado del fruto de la vid! Ven, toma y come el fruto
celestial de la verdadera vid, y deja que tu alma diga: «Me senté bajo su
sombra con deleite, y su fruto fue dulce a mi paladar.»
Yo soy la vid verdadera. — Esto es un misterio celestial. La vid terrena puede enseñarnos mucho
acerca de esta Vid de los Cielos. Hay muchos puntos de comparaciones hermosas
e interesantes, que nos ayudan a obtener conceptos claros de lo que quería
decir Cristo. Pero estos pensamientos no nos enseñan a conocer lo que es la Vid celestial realmente, su
sombra fresca, su fruto sabroso. La experiencia de esta parte del misterio
oculto puede ser comunicada e impartida sólo por Jesús mismo, por medio de su
Santo Espíritu.
Yo soy la vid verdadera. — La vid es el Señor vivo, que habla El mismo, y da y obra todo lo que
tiene para nosotros. Si quieres conocer el significado y poder de esta palabra,
no creas que lo vas a encontrar pensando o estudiando; esto puede ayudarte a
ver lo que debes obtener de El para despertar el deseo, esperanza y oración,
pero no te pueden mostrar la
Vid. Jesús sólo puede revelarse a sí mismo. El da su Santo
Espíritu y abre los ojos para contemplarle, abre el corazón para recibirle. El
mismo debe pronunciar las palabras para ti y para mí.
Yo soy la vid verdadera. — Y ¿qué es lo que debo hacer si quiero que este misterio, con toda su
belleza y bendición celestiales, se abra para mí? Con lo que ya sabes de la
parábola, inclínate y permanece quieto, adora y espera hasta que la divina
Palabra entre en tu corazón y sientas su presencia contigo y en ti.
La sombra de su santo amor te dará la perfecta calma y sosiego de
saber lo que la Vid
hará por ti. Yo soy la vid verdadera. — El que habla es Dios, en su
infinito poder capaz de entrar en ti. Es, también, un hombre, uno con
nosotros. Es el Crucificado, el que nos ganó una justicia perfecta y una vida
divina por medio de su muerte. El es el glorificado, que desde el trono nos
envía su Santo Espíritu para hacer su presencia real y verdadera. El habla;
escucha, no sólo sus palabras, sino a El mismo cuando te susurra secretamente
cada día: »¡Yo soy la Vid
verdadera! Todo lo que la Vid
puede ser para la rama, El quiere serlo para ti.»
* * *
Santo Jesús, Vid celestial plantada por Dios
mismo, te ruego que te reveles en mi
alma. Que tu Santo Espíritu me dé a conocer todo lo que Tú, el Hijo de Dios, eres para mí como vid verdadera, no sólo
en el intelecto, sino en la experiencia.
Tomado del libro: "La Vid verdadera" Andrew Murray