Toda mujer creyente debe recordar con alegría lo que ha sido dicho hace siglos:
"La mujer no fue tomada de la cabeza del hombre para que lo gobernara, ni de sus pies para que fuera sometida por él; pero fue tomada de su costado para que fuera igual a él..., y cerca de su corazón, para ser amada por él."
"Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre.
Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne: ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne."
El conocido A. T. Robertson hace la interesante observación de que es lógico "argumentar que la mujer es la corona y la cumbre de toda la creación , al ser el último ser creado".
Hay pocas cosas en nuestra vida tan grandes como éstas, que señalan la importancia con que Dios coronó su creación creando a la mujer.
Una mujer es la que primero fue engañada, pero por designio divino otra mujer sería la portadora del cuerpo humano del Salvador prometido.
Dios obra el milagro con la mujer, porque a pesar de que fue la primera que fuera engañada y la primera en ser acusada por su marido como culpable, Dios la distingue para que de su simiente viniera un día el Redentor. Dios distingue a la mujer.
Tomado del Libro: "El rol de la mujer en la iglesia" Horacio A. Alonso