¿Puede confiar en Dios?




Invócame en el día de la angustia;
te libraré, y tú me honrarás.
Salmo 50:15

El pueblo de Dios no es inmune al dolor. El problema del dolor es tan antiguo y universal como la historia del hombre. Hasta la creación, nos dice Pablo: ..."fue sujetada a vanidad... gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora" (Romanos 8:20-22).
Entonces, surge la pregunta: "¿Dónde está Dios en todo esto?" ¿Puede usted verdaderamente confiar en Dios cuando la adversidad golpea y llena su vida de dolor? ¿Realmente puede venir al rescate de aquellos que le buscan? Como afirma el texto anotadoal empezar este capítulo, ¿libera a aquellos que lo invocan en el día de angustia? ¿Rodea su inagotable amor a la persona que confía en El? (Ver Salmo 32:10). ¿Puede usted confiar en Dios? La pregunta misma tiene dos posibles interpretaciones antes que pretendamos contestarla. Primera: ¿Es Dios confiable en épocas de adversidad?
La segunda interpretación sería: ¿Es tal su relación con Dios y su confianza en El, que cree que está con usted en su adversidad, aunque no vea ninguna evidencia de su presencia y poder?
No es fácil confiar en Dios en momentos de prueba. Nadie disfruta el dolor y, cuando éste viene, queremos que pase a la mayor brevedad. Incluso el apóstol Pablo le suplicó tres veces a Dios para que le quitara el “aguijón de la carne”, antes de que entendiera que la gracia de Dios era suficiente. José le pidió al copero del faraón "sacarle de esta casa" (Génesis 40:14). Y el escritor de Hebreos establece muy sinceramente que "ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza" (Hebreos 12:11).

Experimenté uno de esos períodos de adversidad durante el tiempo que estuve trabajando en este primer capítulo, y encontré que era difícil confiar en Dios. Parecía ser una dolencia física que se agravaba con una enfermedad de toda la vida. Apareció en un momento muy inoportuno, y durante varias semanas no respondió a ningún tratamiento médico. En ese lapso de tiempo y a medida que suplicaba continuamente a Dios por alivio, recordaba las palabras de Salomón: "Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció?" (Ecclesiastés 7:13). Dios había traído un hecho "torcido" a mi vida, y me hice consciente de que sólo El tenía el poder para enderezarlo. ¿Podría confiar en El, solucionara o no mi "situación", y aliviara o no mi angustia? ¿Creía en realidad en un Dios que me amaba y sabía lo que era mejor para mí, quien tenía el control de mi situación? ¿Podría confiar aunque no comprendiera? Además, ¿podría animar a otros a confiar en El cuando estuvieran atravesando por situaciones adversas? ¿O toda la idea de confiar en Dios es solamente un lema cristiano que no permanece firme ante los sucesos difíciles de la vida? ¿Puede usted en realidad, confiar en Dios?

Confiar en Dios se produce en un terreno que no tiene límites. No conocemos la extensión, duración o frecuencia del dolor, ni de las circunstancias adversas en las que frecuentemente debemos confiar en El. Sin embargo, es tan significativo confiar en Dios como obedecerle. Cuando somos desobedientes desafiamos su autoridad y menospreciamos su santidad. Pero, cuando no confiamos en El, dudamos de su soberanía y cuestionamos su bondad. Cuando el pueblo de Israel tenía hambre habló mal de Dios diciendo: "¿Podrá poner mesa en el desierto? ¿Podrá dar también pan? Los dos siguientes versículos nos dicen: "Por tanto, oyó Jehová, y se indignó... Por cuanto no habían creído a Dios, ni habían confiado en su salvación" (Sal. 78:19-22).
Para creer en Dios, debemos ver siempre nuestras circunstancias adversas a través de los ojos de la fe, y no del sentido común. Así como la fe de la salvación viene por oír el mensaje del evangelio (Romanos 10:17), la fe para confiar en El, en las situaciones difíciles, viene de la Palabra de Dios (de lo que El dijo). Es sólo por aplicar las Escrituras a nuestros corazones por el Espíritu Santo, que recibimos la gracia de confiar en Dios en los momentos de sufrimiento.

"Dios en su amor siempre desea lo mejor para nosotros, en su sabiduría siempre sabe lo que es mejor, y en su soberanía tiene el poder para hacer que suceda".

Del libro: CONFIAR EN DIOS (Jerry Bridges)