Puntos importantes sobre la Oración...

"¿Por qué los cristianos nos consideramos derrotados con tanta frecuencia? La respuesta es: Porque oramos tan poco. ¿Por qué los miembros de las iglesias que somos activos nos hallamos desalentados, alicaídos? Porque oramos tan poco. ¿Por qué vemos a tan pocos que son traídos «de las tinieblas a la luz» por nuestro ministerio? Porque oramos tan poco. ¿Por qué nuestras iglesias no «están ardiendo» por el Señor? Porque oramos de verdad, con tan poca frecuencia. El Señor Jesús tiene el mismo poder hoy que antes y que siempre. El Señor Jesús está deseoso de que los hombres sean salvos, hoy y siempre. Su brazo no se ha acortado para salvar; pero Él no puede alargar este brazo a menos que nosotros oremos, oremos más de verdad." 

“Todos los obstáculos a la oración proceden de la ignorancia de las enseñanzas de Dios en su Santa Palabra respecto a la vida de santidad que ha planeado para todos sus hijos, o bien de la resistencia a consagrarnos totalmente a El. Cuando podemos decir verdaderamente a nuestro Padre: «Todo lo que soy y tengo es tuyo», entonces y sólo entonces, Él puede decirnos: «Todo lo que es mio es tuyo».”



“Podemos estar seguros por completo de esto: la influencia de un hombre en el mundo no  se mide por su elocuencia, por su celo, su ortodoxia, su energía, si no por sus oraciones. Sí, e iremos mucho más lejos aun y sostendremos, que nadie puede vivir rectamente si no ora bien. Podemos trabajar por Cristo desde la mañana a la noche; podemos pasar mucho tiempo en el estudio de la palabra de Dios; podemos ser fieles y «aceptos» en nuestra predicación y en nuestros tratos, pero ninguna de estas cosas será verdaderamente efectiva a menos que pasemos mucho tiempo en oración. Sólo estaremos llenos de buenas obras, pero no «llevando fruto en toda buena obra» (Colosenses 1: 10). El pasar poco tiempo con Dios en oración es hacer poco en el servicio de Dios. Pasar mucho tiempo con Dios en oración privada significa tener mucho poder público. Con todo, ¿no es un hecho que mientras nuestra organización es casi perfecta, nuestro agonizar en la oración es casi desconocido? 



Un predicador que ora poco puede ver algunos resultados de sus labores, pero, si obtiene resultados, entonces es que alguien ora por él. El fruto viene de la oración, no del predicador. Qué sorpresa tendrán algunos predicadores cuando el Señor dé «la recompensa conforme a sus obras». « ¡Señor! ¡Estos son mis convertidos! Fui yo quien dirigía la misión que llevó a todos éstos a tu redil. Yo hice la predicación, la invitación, la persuasión… Pero, ¿fui yo que «hice» la oración también? »Cada convertido es el resultado de la obra del Espíritu Santo en respuesta a la oración de algún creyente.” ¡Oh, Dios, que no tengamos esta desagradable sorpresa! ¡Oh, Señor, enséñanos a orar!

“Todos los obstáculos a la oración proceden de la ignorancia de las enseñanzas de Dios en su Santa Palabra respecto a la vida de santidad que ha planeado para todos sus hijos, o bien de la resistencia a consagrarnos totalmente a El. Cuando podemos decir verdaderamente a nuestro Padre: «Todo lo que soy y tengo es tuyo», entonces y sólo entonces, Él puede decirnos: «Todo lo que es mio es tuyo».”


La oración es nuestro mayor privilegio, nuestra más grave responsabilidad, el poder más grande que Dios ha puesto en nuestras manos. La oración, la verdadera oración es el acto más noble, más estupendo, más sublime que puede ejecutar la criatura creada por Dios. Es, como dijo Coleridge, la mayor energía que puede poner en marcha la naturaleza humana. El orar, con todo el corazón y con toda la fuerza, es la mayor hazaña que puede realizar el cristiano en su campaña sobre la tierra.

¡Señor, por quien a Dios nos allegamos, eres la Vida, la Verdad y el Camino! Enséñanos la vía que has andado incluso Tú. ¡Enséñanos a orar!


Tomado del libro: "El cristiano de rodillas" (Autor Anónimo)