La mente es el centro de la vida, ella recibe información,
estímulos, los analiza, los evalúa, los acepta, los rechaza y determina nuestra
forma de ser y de actuar. Cuando el apóstol Pablo dice que somos una nueva
creación en Cristo, todo nuestro ser está involucrado allí, pero la
transformación comienza en la mente. En la esfera de la mente y de las
emociones, somos lo que pensamos, es decir los motivos, los títulos, las
personas con quienes estamos relacionados en la vida diaria, determinan nuestra
forma de ser y de actuar. "Porque cual es su
pensamiento en su corazón, tal es él." (Proverbios 23:7) Tenemos la mente de Cristo
y solamente con ella podemos comprender las cosas de Dios, el pecado ha
desfigurado la mente divina, ha desdibujado la imagen de Dios en nostros.
Entonces aunque seguimos pensando lo hacemos con una mente corrompida. Cuando mediante
un acto de mi decisión yo entrego mi mente al poder Soberano de Jesucristo, el
Espíritu Santo la restaura, la cautiva nuevamente y graba en ella su ley, y
toda mi mente, cuerpo y alma es llamado a adorar a Dios.
RUBÉN VERA- 1992