ESPERANDO EN DIOS Y TOMANDO ALIENTO

Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, 
Y tome aliento vuestro corazón. (Salmo 31:23.)

Esperar en Dios... La lección es ésta: «Vuestro corazón debe tomar aliento, vosotros todos los que esperáis en Jehová.» Todo nuestro esperar depende del estado del corazón. Un hombre es y cuenta delante de Dios según es su corazón. No podemos adelantar un paso en el santo lugar de la presencia de Dios para esperar en El allí, a menos que nuestro corazón sea preparado para ello por el Espíritu Santo. El mensaje es: «Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón.» La verdad aparece tan simple que es fácil preguntarse: « ¿Pero no admiten esto todos? ¿Qué necesidad hay de insistir en ello de modo tan especial?» La razón es que muchos cristianos no se dan cuenta de la gran diferencia que hay entre la religión de la mente y la religión del corazón, y la primera es mucho más diligentemente cultivada que la segunda. No saben cuánto mayor es el corazón que la mente. Es en esto que hay una de las causas principales de la debilidad en nuestra vida cristiana, y sólo si entendemos esto el esperar en Dios puede traernos su bendición plena. Hay un texto en Proverbios 3:5, que puede ayudarnos a hacer claro el significado. Hablando de una vida de temor y favor de Dios, dice: «Fíate de Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia experiencia.» En toda la vida religiosa hemos de usar estos dos poderes. La mente tiene que recoger el conocimiento de la Palabra de Dios, y preparar el alimento por medio del cual se ha de nutrir el corazón y la vida interior. Pero, aquí aparece un terrible peligro, el conocimiento y la aprehensión de las cosas divinas puede ser algo en que nos apoyemos. La gente se imagina que si estamos ocupados con la verdad, la vida espiritual será fortalecida, como cosa natural. Y no es éste el caso ni mucho menos. El intelecto o comprensión trata de conceptos e imágenes de las cosas divinas, pero no puede alcanzar la vida real del alma. De aquí que venga la orden: «Confía en el Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.» Con el corazón el hombre cree y llega al contacto con Dios. Es al corazón donde Dios da su Espíritu, para que sea allí la presencia y el poder de Dios obrando en nosotros. En toda nuestra vida religiosa es el corazón el que debe confiar y amar, adorar y obedecer. Mi mente es por completo impotente para crear y mantener la vida espiritual en mí. El corazón debe esperar en Dios, para que El haga la obra en mí.
En esto es como en la vida corporal. La razón puede decirme que la comida y la bebida me nutren, y cómo tiene lugar este fenómeno. Pero, en el comer y el beber mi razón no puede hacer nada: el cuerpo tiene sus órganos especiales para este propósito. De la misma manera, la razón me dice lo que se halla en la Palabra de Dios, pero no puede hacer nada para alimentarme el corazón con el pan de vida: esto sólo el corazón puede hacerlo por la fe y la confianza en Dios. Una persona puede estar estudiando la naturaleza y los efectos del alimento o del sueño; cuando quiere comer o dormir, pone de lado sus pensamientos y estudios, y usa su poder para comer o beber. De la misma manera el cristiano necesita, cuando ha estudiado o escuchado la Palabra de Dios, cesar de tenerla en sus pensamientos, no poner ninguna fe en ellos, y por otra parte despertar su corazón a que se abra delante de Dios, y busque comunión viva con El. Es por la bendición de esperar en Dios que confieso la impotencia de todos mis pensamientos y esfuerzos, y me inclino en silencio delante de Él, y confío en El para que renueve y fortalezca su obra en mí. Y ésta es precisamente la lección de nuestro texto: «Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová.» Recordemos la diferencia entre conocer con la mente y creer con el corazón. Estamos alerta contra la tentación de apoyarnos en nuestra propia prudencia, en nuestros pensamientos claros y firmes. Estos sólo te sirven para saberlo que el corazón debe obtener de Dios, en sí mismos no son sino imágenes o sombras. «Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová.» Presenta tu corazón ante El, como la parte maravillosa de tu naturaleza espiritual en la cual Dios se revela y por la cual tú le conoces. Procura tener la mayor confianza posible de que aunque tú no puedes ver dentro de tu corazón, Dios está obrando allí por medio de su Santo Espíritu. Que el corazón espere a veces en perfecto silencio y quietud; en su profundidad escondida Dios está obrando. Asegúrate de esto, y simplemente, espera en El. Entrega todo tu corazón, con su operación secreta, en las manos de Dios continuamente. El quiere tu corazón; toma posesión de él y mora en él. «Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón.»
¡Mi alma espera solamente en Dios!

Tomado del Libro Devocional: "Eperando en Dios" 
ANDREW MURRAY