Espacio Femenino- ALGUNAS MUJERES DEL ANTIGUO TESTAMENTO


Sara como madre destacada

Génesis 11 al 25 cuentan eventos en la vida de Sara. Ella figura como la primera mujer en la Biblia realmente temerosa de Dios. Sin embargo, no hay indicios de esta espiritualidad hasta que creyó que iba a dar a luz un hijo. El hecho es que toda la familia de Sara está en el contexto de su vida matrimonial, y sus faltas también tienen que ver con su relación conyugal. Algunos pasajes relevantes son Isaías 51:2, Romanos 4:19, 9:9 y Hebreos 11:11.
Fue la esposa de Abraham y su historia gira en torno de la manera en que su esposo y su hijo incidieron en su vida y su actitud ante ellos. Fuera del Génesis Sara es más de todo una madre:
 En Hebreos 11.11 es madre de un solo hijo: Por la fe ... Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. (Obviamente su fe precedió su momento de concebir).concepción..
 En Isaías 51.2 es madre de la nación de Israel. Dice que Jehová le llamó a Abraham cuando era “uno solo”, pero dice también que Sara “dio a luz” al pueblo de Israel.
 En Gálatas 4.21 al 23 es madre de todos nosotros que estamos libres bajo el nuevo pacto, la promesa de salvación por fe en Cristo.
 En 1 Pedro 3.6 es madre de todas las santas mujeres que esperan en Dios y se sujetan a sus maridos con espíritu afable y apacible.
Ella sufrió primeramente por causa de su esterilidad y luego por las contiendas entre el hijo de la esclava (Ismael, hijo de Agar) y el hijo de la promesa (Isaac, el de Sara). Nada se dice de Sara en la ocasión en que Isaac iba a ser ofrecido sobre el altar, pero es de pensar que ella sabía (“Toma a tu hijo” fue exigido antes que padre e hijo salieron de casa) y que lo sintió como sólo puede una madre.
Después de que Dios había prometido una simiente a Abraham, ella esperó diez años y luego decidió tomar el asunto en sus propias manos. Sugirió a su marido que suscitase simiente de la sierva egipcia, Agar. Posiblemente lo hizo en dedicación a su esposo, pero impaciencia ante las promesas de Dios. Las consecuencias de esa intriga las palpamos hasta el día de hoy en la enemistad que existe entre judíos (descendientes de Isaac) y árabes islámicos (descendientes de Ismael y Esaú).
Su hermosura fue perdurable. Aun a la edad de los noventa años, ella fue codiciada. Dos reyes la querían: Faraón y Abimilec. Parece que compartió la mentira con Abraham en cuanto a la verdadera relación entre ellos dos. Acordaron decir que eran hermanos y no cónyuges, para que él no fuese muerto por causa de ella.
Abraham se rió por gozo ante la promesa de que le nacería un hijo, 17.17. Sara se rió de incredulidad cuando Dios le dice a Abraham que ella sí tendría un hijo, 18.12. Pero cuando nació Isaac se rió de alegría, y dice: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oye se reirá conmigo, 21.6.
El apóstol Pedro destaca su obediencia y reverencia. Al hablar de la conducta de las esposas y el atavío de las mujeres creyentes, dice: Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que (a) esperaban en Dios, (b) estando sujetas a sus maridos; como Sara obedeció a Abraham, llamándole Señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.
Es interesante que Sara y otras se hayan destacado, según el enfoque de Pedro, por su atavío interno, cuando el Génesis habla más de una vez de su hermosura externa. El pone a Sara como ejemplo de una mujer cuyo atavío interno se reflejaba en su conducta para con su marido. No dice si era así a lo largo de su unión, o sólo en todas o algunas de las circunstancias narradas en el Génesis. Lo cierto es que Abraham le traicionó al decirles a Faraón y Abimelec que ella era su hermana; véase Génesis 20.13.
Sara murió a los 172 años. Es la única mujer de quien la Biblia especifica sus años de vida y su sepultura es la primera mencionada en la Biblia. Muerta, dejó un vacío palpable en el hogar. Abraham la lloró, y compró la heredad y cueva de Macpela para sepultarla allí. De Isaac su hijo dice que fue sólo al recibir a Rebeca por mujer que él se consoló después de la muerte de su madre.


Raquel, una esposa problemática

Leemos de Raquel mayormente en Génesis 29 al 31; 33; 35.
Esta esposa de Jacob era nieta de Betuel, hermano de Rebeca. Un día ella estaba abrevando las ovejas de su padre cuando Jacob llegó de su largo viaje de casi 900 kilómetros, huyendo de su hermano Esaú.
Al morir en su segundo parto, ella exclamó, “Hijo de mi tristeza”, 35.18, y es en este espíritu de tristeza que las Escrituras proyectan la vida de esta mujer. Empleando a esta madre como figura de Israel, el profeta dijo: “Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo: Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron”, Jeremías 31.15. La profecía tuvo su mayor cumplimiento en Lucas 2.16 al 18.
Era de lindo semblante y hermoso parecer. Para Jacob era amor a primera vista, y él se ofreció a trabajar siete años para conseguir a Raquel por esposa. Había salido de la casa de su padre con apenas su cayado, como confesó ante el inminente encuentro con Esaú. Estos siete años le parecían como pocos días, porque la amaba.
Pero aun en aquellos días existía el principio divino que todo lo que el hombre sembrare eso también segará, Gálatas 6:7. Jacob había engañado a su padre, y ahora Labán, padre de Raquel, iba a engañar a Jacob. En la misma noche de su matrimonio, él no le dio a Raquel sino a Lea, la hermana mayor de ésta. Cuando Jacob le reclamó a Labán, éste le dijo que no era costumbre casar la menor antes de la mayor, pero que dejara pasar la semana de festividades y luego le daría a Raquel, con tal que trabajara otros siete años por ella.
Era evidente que Jacob amaba más a Raquel que a Lea. Pero no era padre cumplido; se interesó él en negocios a expensas de su hogar. Ella resultó ser una esposa problemática. Envidiosa, 30.1. Incrédula, 30.3. Idólatra y ladrona, 31.32. Mentirosa, 32.35. No leemos de este tipo de conducta en Lea.
Dios vio el menosprecio a que estaba sujeta Lea de parte de Raquel y Jacob, y le dio a la mayor seis hijos. Raquel, en cambio, era estéril, y esta situación la puso muy envidiosa. Llegó hasta decirle a Jacob: «Dadme hijos, o si no, me muero.» Esto demostró una falta de espiritualidad. Sin embargo, Dios vio su aflicción y se acordó de ella. Nace José. En darle este nombre, ella oró por vez primera, en lo que al relato bíblico se refiere, pues el nombre José significa «Añádame Dios otro hijo.» Raquel murió trágicamente dando a luz su segundo hijo. Ella le llamó Benoni, nombre que quiere decir “la encina del llanto”, pero nosotros le conocemos por Benjamín.

Aunque los dos hijos de Raquel eran los favoritos de su padre, y José es el tipo más perfecto del Señor Jesucristo que encontramos en el Antiguo Testamento, la verdad es que en cuanto a las doce tribus de Israel que iban a proceder de los varios hijos, fueron Leví y Judá, hijos de Lea, que más iban a llevar la batuta en la nación. Murió Raquel y levantó Jacob un pilar sobre su sepultura, 35.19,20.