18 de Septiembre
SU TENTACIÓN Y LA NUESTRA
"No tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que ha sido tentado en todo seguían nuestra
semejanza, pero sin pecado" (Hechos 4:15)
Hasta que nacemos de nuevo, la única clase de tentación que comprendemos es la citada en Santiago 1:14: "Cada uno es tentado
cuando es atraído y seducido por su propia concupiscencia."
Pero por medio de la regeneración somos levantados a otro reino donde tenemos otras tentaciones que afrontar, esto es, la clase de tentaciones a las que hizo frente nuestro Señor. Las tentaciones de Jesús no guardan correspondencia con las nuestras como no creyentes porque no concuerdan con nuestra naturaleza humana.
Las tentaciones de nuestro Señor y las nuestras están en diferentes planos hasta que nacemos de nuevo y nos hacemos hermanos con Él . Las tentaciones de Jesús no son las de un mero hombre, sino las tentaciones de Dios como Hombre. Por medio de la regeneración, el Hijo de Dios es formado en nosotros (Gálatas 4:19), y en nuestra vida física Él tiene el mismo ámbito que tuvo en la tierra.
Satanás no nos tienta sólo a hacer lo malo, nos tienta a perder lo que Dios ha puesto en nosotros mediante la regeneración:la posibilidad de serle útiles. No viene a nosotros con la premisa de tentamos a pecar, sino con la idea de cambiar nuestro punto de Vista. y únicamente el Espíritu de Dios puede detectar esto como una tentación del diablo.
La tentación significa una pruebe de posesiones espirituales mantenidas dentro de nuestro ser, por un poder ajeno a nosotros. Esto hace explicable la tentación de nuestro Señor. Tras el bautismo de Jesús, habiendo Él aceptado Su misión de ser quien "quita el pecado del mundo" (Juan 1:29), fue "impelido por el Espíritu al desierto" (Mateo 4:1) y a las tramas tentadoras del diablo. Sin embargo, no se rindió. Pasó por la tentación "sin pecado pecado» y retuvo todos las posesiones de Su naturaleza
espiritual completamente intactas.